El Barco de Ávila, una escapada rural

Pasamos un fin de semana en el Hotel Izán Puerta de Gredos, un lujo en medio del monte

Foto de Pilar

La extraña pareja tiene algo en común: nacimos en el mes de octubre y casi casi en el mismo número. Mi día es más importante, el 12 de octubre – no porque lo diga yo sino porque es fiesta nacional y no se trabaja – y Carballo el 21 de octubre – donde no pasa nada -.

Quien me conoce sabe, por los más de 30 otoños que llevo a mis espaldas, que no me gusta celebrar mi cumpleaños. Las malas lenguas dicen que me sienta fatal sumar años. Algo de razón tendrán aunque no toda… Si bien lo más ‘lógico’ y convencional es recibir todas las felicitaciones y hacer una fiesta, comida o reunión con amigos y familiares, yo suelo optar por un plan totalmente opuesto.

Os cuento esto porque en cierto modo así arrancó la primera escapada que hicimos y el primer cumpleaños que pasamos juntos. Yo sin querer celebrar nada y Carballo buscando la forma de celebrarlo sin darme cuenta.

Primera parada, el Barco de Ávila

Aunque en este tiempo nos hemos vuelto locos de Madrid-Valencia/ Valencia-Madrid y somos una fuente de ingresos importante para el Ave de Renfe, siempre tuvimos claro que para aprovechar al máximo el tiempo que estamos juntos queríamos hacer escapadas de fin de semana dejando Valencia o Madrid a parte.

En este caso elegimos Ávila porque estaba relativamente cerca de Madrid (2h) y, cuando estudiaba en Segovia – a menos de 1h en coche -, siempre quise ir pero nunca encontré el momento apropiado. A veces lo que tienes más cerca es a lo que menos prestas atención o dedicas tiempo. Pero este viaje arrancó desde una de las puntas de la Provincia de Ávila, en un pequeño municipio situado en el Valle del Tormes, casi limitando con Extremadura, llamado el Barco de Ávila. Dice la Wikipedia que cuenta con 2.652 habitantes que, por lo que vimos nosotros, imagino echaron la cuenta en verano con el trajeteo de familias, fiestas, vacaciones… porque aún habiendo ambiente en la plaza del pueblo, parecía un sitio sin demasiado bullicio. Era un pueblo pequeño y rodeado de campos, muchos campos y pastos.

Nada más poner un pie en El Barco de Ávila Carballo ya iba haciendo amigos. En el camino entre el hotel y el pueblo había animales pastando (caballos, vacas, becerros…) que convenientemente Carballo fue saludando. Cuando nos quisimos dar cuenta, ya no era hora de encontrar un buen mesón en Yelp para comer el clásico chuletón de la tierra y recurrimos al tapeo en la plaza del pueblo.

Carballo hace amigos

Carballo hace amigos

Al final fue la solución perfecta porque descubrimos que el producto estrella de la zona son las judías, reconocidas con la ‘Indicación Geográfica Protegida’ – por delante de la mítica fabada asturiana – y las ‘patatas revolconas’. La zona cultiva una gran variedad de patatas y este aperitivo se preparar machacando la patata, mezclándola con pimentón y coronando con un torrezno. Algo que me recuerda al clásico guiso de patatas de mamá pero consistente porque no tiene caldo o incluso a las migas. Si te gusta un poco el picante tienes que probarlo.

Descanso en el Hotel Izan Puerta de Gredos

No pude evitar un déjà vu con la época en que veía (obligada) los dibujos de Heidi, al ver el Hotel Izan Puerta de Gredos con la Sierra de Gredos de fondo y los animales por los alrededores. Imaginaos un caserón que conserva un ambiente medieval en piedra y combina con aires modernos – no sólo en la decoración sino también en los servicios de zonas comunes y habitaciones -. Un enclave de ensueño que han potenciado muchísimo con los árboles y jardines que lo rodean.

Hora de soñar con el mejor palacio #BuenasNoches

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La oferta que cogimos a través de Internet incluía una sesión de Spa y Cena Degustación. Una hora en remojo continuo hasta quedarte arrugado como una pasa y a la que no deje que Carballo llevará sus gafas de buceo que tanto habéis visto en fotos. El Spa está bastante bien con diferentes zonas (baño turco, ducha de agua fría…), un jacuzzi y una piscina grande. Del solarium no esperéis más que unas  tumbonas con vistas a la sierra. Ahora, si el plan Spa no os convence como actividad para desconectar y relajarte, el hotel tiene otra oferta de actividades como alquiler de bicis, senderismo, escalada, tirolina, pista de tenis y papel… Por falta de tiempo nos quedamos con ganas de montar en bici o simplemente hacer senderismo. Lo cual es una buena excusa para volver.

Como fuimos gracias a un pack, la cena del sábado estaba incluida. Estaba todo bastante rico, pero no era sorprendente. A decir verdad, comimos más ilusionados por los platos al tapear en la plaza del pueblo que al ver salir los platos de la cocina del restaurante. Además, la zona de restaurante no es la que más atención se llevó durante la decoración. Correcto, pero no esperéis recordar esa cena durante toda la vida. Si al ir al Hotel Izan Puerta de Gredos se os incluye el desayuno, básicamente os podemos contar lo mismo que en la cena: un buffet clásico. Sin ser esto despectivo, la verdad, porque había mucha fruta, embutidos, zumos y toda clase de bollería, pero nada destacaba por encima de cualquier otro hotel. Pocos detalles en el tema cocina, aunque la calidad de todo en general fue bastante buena.

Nota para el que no pueda desengancharse de Internet: en las habitaciones del segundo piso no llega ni una línea de Wifi pero en las zonas comunes de la entrada la señal es buena. Nosotros estuvimos un buen rato descansando en el hall donde hay sillones bien grandes y cómodos e incluso una zona más de trabajo, con sus mesas, algún PC público y una pequeña biblioteca. Y otra nota para el conductor: Si, se llega por una suerte de camino que parece que no te va a llevar a ninguna parte en especial, pero ahí está el hotel, en medio de la nada a unos 20 minutos a pie del Barco de Ávila.

El Hotel Izan Puerta de Gredos es un buen sitio para hacer una escapada (incluso de algo más que un fin de semana) porque su enclave idílico entre montes y pueblos que son casi aldeas es simplemente genial y el olor a monte verde al abrir la ventana de la habitación es el plus que más se agradece, eso seguro.

Relax… ¡qué viene un año más!

A grandes rasgos así fue nuestra primera escapada en modo ‘celebración de non cumpleaños’ que acabo con un regalo de por medio y convirtiendo el momento en una celebración de cumpleaños. Muchos pensaréis que la escapada era el regalo pero no… demasiado típico. La sorpresa fue una pequeña cámara Instax-Mini en amarillo que desde entonces ha inmortalizado muchos de los momentos que hemos pasado con amigos, en eventos, escapadas y solos. Tiene historia el por qué una de estas cámaras pero no soy yo a quien le corresponde contarla.