Segovia es una de esas ciudades que todo el mundo sabe que tienen una gran historia detrás. Su famoso Acueducto, el Alcázar o la Catedral son conocidas por todos pero la verdadera razón por la que uno visita esta ciudad milenaria es por el cochinillo y, como teníamos un San Valentín que celebrar pues contra frío, nieve y viento, allá que nos fuimos de escapada.
¿Quién dijo que había muerto el romanticismo?
Eurostars Convento Capuchinos, hotel 5* de Segovia
Nos alojamos el el hotel Eurostars Convento Capuchinos que como su propio nombre indica es un antiguo convento completamente reformado para dar cabida al hotel y un spa. Como íbamos por San Valentín reservamos una oferta para estar una noche en el hotel y disfrutar de una hora de spa con masaje en pareja incluido. {Si te preguntas cómo es un masaje en pareja…sigue sigue leyendo}
El hotel es un poco ‘enrevesado‘ porque en realidad han juntado varios edificios, el parking es anexo y al final te ves perdido en ciertos pasillos cual laberinto. En verdad, nada grave ante nuestra alma de aventureros. ¡Hasta te lo pasas bien tratando de recordar los caminos o atajos!
Disfrutamos del Spa un buen rato aunque el agua de la piscina termal estaba un poco fría teniendo en cuenta que es la que tiene los chorros, jacuzzi y todas esas movidas de “circuito”. Sus dos saunas (normal y turca) sí estaban bien aunque si te apetece disfrutar de Segovia no te pierdes nada por no bajar al spa. En cuanto al masaje nos lo hicieron en una sala muy chula preparada para dos tortolitos, con toda la parafernalia romántica de San Valentín (flores y detalles románticos) pero sin más, un masaje es un masaje y salimos de allí encantados.
Tapear en Segovia
Pilar se conoce Segovia como la palma de su mano, que para eso estudió allí dos años, así que nos fuimos a tapear (a lo grande, como sólo en Segovia se hace). En pleno centro de Segovia, junto a la Plaza Mayor se encuentra la Calle de la Infanta Isabel, donde de sus años mozos recordaba varios sitios de cervezas y tapas a muy buen precio. Nuestra primera parada (quasi obligatoria por Pilar) fue el bar del Hotel San Miguel y, el siguiente, en El Sitio, donde por el precio de una cerveza además te ponen la tapa que tu quieras. Y ojo porque pueden ser desde las típicas patatas bravas castellanas, chipirones o pintxos de todo tipo al módico precio de menos de 2€. ¡Viva el tapeo en Segovia!
A ver, son sitios que se llenan de estudiantes entre semana, no son “gourmet” y tampoco especialmente cómodos pero la verdad es que es una experiencia imperdible en Segovia. Vamos, que si vas, ya puedes tapear.
Por supuesto antes de volvernos a casa nos hicimos con un buen trozo de ponche segoviano, el típico postre de la zona a base de crema pastelera y mazapán.
El acueducto de Segovia
Entrados ya en el sábado y, a pesar de estar el día nublado, dimos un paseo por el centro visitando el famoso Acueducto de Segovia. Datado a principios del S.II a.C. es increíble que esta construcción lleve en pie 1800 años, la piedra está tan moldeada por la intemperie que parece cartón piedra, pero no, es macizo como él solo. Con sus 28 metros de altura cruzando la plaza del Azoguejo es imponente. Hay varios puntos estratégicos para fotografiarlos, los conocerás porque hay decenas de turistas allí.
Justo bajo el Acueducto está el famoso Mesón de Cándido, un sitio que consiguió fama de preparar buenos cochinillos segovianos pero que hoy (cuentan las malas lenguas) sobrevive de la fama que el turista va buscando. En Segovia y pueblos cercanos hay otros tantos sitios donde lo prepararan muchísimo mejor. De hecho, a recomendación de una compañera del trabajo de Pilar que vive allí, nosotros preferimos degustarlo en la Finca El Rancho de la Aldegüela en Torrecaballeros (a 10 minutos de Segovia en coche).
La Catedral de Santa María de Segovia
Situada en la Plaza Mayor esta Catedral tiene poco que envidiarle a algunas mucho más famosas, tanto por su construcción del S. XVI de estilo gótico (tardío, cuando se terminó ya reinaba la norma renacentista) como por su tamaño, las bóvedas góticas del interior tienen 30 metros de altitud con 50 metros de ancho y 109 de longitud. Además, su torre-campanario mide ahora 90 metros.
Visitando Torre de la Catedral de Segovia
Como firme pastafarista que soy (Carballo) lo que viene siendo la vertiente religiosa de las catedrales me importa mas bien poco, sin embargo arquitectónicamente son muy interesantes y cuando vimos los horarios para visitar la Torre de la Catedral de Segovia no nos lo pensamos ni un momento. Se realizan tres visitas diarias para unas 35 personas a las 10:30h, 12:30h y 16:00h con un coste de 5€ por persona y para apuntarte sólo tienes que comprar la entrada y estar a la hora indicada en la entrada al campanario (dentro de la catedral). Por 2€ más también incluye visita guiada a la catedral (gratis los domingos), pero ya no teníamos tiempo. Así que subimos para arriba.
Esta torre fue abierta al público tras estar 400 años cerrada y utilizada solo por los campaneros, que tenían allí su vivienda. Su subida se divide en 3 fases, tras 70 escalones de piedra formando una escalera de caracol bastante estrecha llegamos a una estancia donde además de unas impresionantes alfombras te ponen un vídeo contándote toda la historia de la torre, por ejemplo que ahora mismo tiene 88 metros porque en 1614 un rayo quemó su cúpula de madera que se alzaba hasta los casi 100 metros.
Tras otro montón de escalones cada vez más estrechos llegamos al segundo nivel, la Casa del Campanero, situada fácilmente a 45 metros del suelo. Allí uno puede sentir la soledad del campanero porque os confirmamos que antes te quedas sin pan que bajas a comprarlo si se te ha olvidado.
Entre las muchas curiosidades nos contaron cómo se comunicaban los campaneros con la gente al pie de la catedral mientras disfrutábamos de las vistas. Además, desde la casa del campanero se accede a la Sala del Reloj donde llegaban las cuerdas que hacían doblar las campanas y donde ahora se pueden ver varios mecanismos centenarios dedicados a esa tarea así como otras alfombras.
El último tramo es el que te deja a 80 metros (porque no subes al pico!) completamente a la intemperie. Tenlo en cuenta si hace algo de frío porque allí sopla el viento que da gusto y lo que en el suelo es llovizna y algo de frío allí es lluvia insoportable y viento huracanado, como nos pasó a nosotros. Soportando las inclemencias del tiempo nos contaron la historia de las campanas y completaron toda la historia de la catedral. Por 5€ estás entretenido mas o menos 1h descubriendo secretos y anécdotas de la catedral.
El Alcázar de Segovia
Como Segovia queda al lado de Madrid lo cierto es que íbamos con bastante pachorra y entre el spa, que llovió durante todo el fin de semana y la subida a la torre no nos quedaban muchas ganas y menos tiempo para ver el Alcázar, así que paseamos por el casco viejo de la capital castellanoleonesa, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985. Junto con el Acueducto hasta que nos plantamos en los jardines del Alcazar, o más bien la Plaza de la Reina Victoria Eugenia desde donde vimos desde fuera esta fortaleza que también ha sido palacio real, prisión estatal, centro de artillería y academia militar desde su construcción en el año 1122, efectivamente hace casi 900 años. Telita con Segovia ¿eh?
Cochinillo Segoviano en la Finca El Rancho de la Aldegüela
Aunque nos perdimos el Alcázar no podíamos irnos de Segovia sin comernos el famoso cochinillo así que reservamos en la Finca El Rancho de la Aldegüela, un caserón situado en Torrecaballeros. Como todo por esta zona esta finca agrícola data del siglo XVII y ahora es un lujoso hotel con un restaurante del que sólo se leen buenas reseñas, sobre todo de su cordero asado y, como no, del cochinillo segoviano. Eso si, es importante reservar. Nosotros llegamos bien puntuales tras conducir 10 minutos desde Segovia en los que llegamos a ver copos de nieve.
Una vez allí hay que decir que el sitio es genial, un jardín muy cuidado y varias construcciones entre las que está el hotel, tiendas de souvenirs, una cafetería y el restaurante propiamente dicho. Un restaurante con una decoración de época y con un bullicio de los que te indican que vas a comer bien, y vaya que si se come bien. Habíamos reservado cochinillo para dos y nos recomendaron empezar con unas croquetas que estaban buenísimas y acompañar el cochinillo con patatas a lo pobre. La verdad es que las patatas a lo pobre nos las podríamos haber ahorrado pero acompañaban muy bien al cochinillo, para qué negarlo.
El cochinillo segoviano es teóricamente fácil de preparar, con un lechón de 4’5-5kg al horno durante una hora y bien untado de manteca de cerdo para conseguir que su piel quede crujiente lo único que hay que hacer es esperar a que la carne quede en el punto perfecto, a saber: que se deshace en la boca. ¡Se deshace! Eso si, la grasa del cochinillo casi te la puedes beber… Un plato tan rico como calórico.
Por cierto, en el Hotel Eurostars Convento Capuchino estaban haciendo una promoción en la que había que subir una foto a Instagram para ganar dos noches de hotel en cualquiera de su cadena por toda Europa. Pilar se curró una foto con los bombones que le regalé por San Valentín y ganamos ¡este verano nos vamos a Praga!
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