San Francisco, día 1. El viaje, Hotel North Beach y Pier 39

Pasamos nuestro Dia 1 en San Francisco viajando, llegando al Hotel North Beach de Chinatown, recogiendo el coche alquilado en Alamo y viendo el Pier 39 de San Francisco

Le hemos comentado a muy poca gente que el viaje a USA 2015 estuvo a punto de no ser. Nuestro planning de vuelo incluía salir de Madrid para hacer una escala en Frankfurt y luego volar a San Francisco, pero nada más intentar facturar las maletas en la T2 del Aeropuerto Adolfo Suarez – Barajas tuvimos el primer -y gigantesco- susto. Nuestros billetes no cuadraban con nuestros pasaportes. Por suerte y gracias una amable trabajadora de Lufthansa, Araceli, pudimos coger el avión arreglando papeles, no sin una enorme intranquilidad por si en las aduanas de los EEUU nos la liaban después de más de 15h de vuelos y escalas y tomaban la decisión de devolvernos. ¿Habéis visto alguna vez Control de Aduanas en la tele? Carballo si y no tranquilizaba para nada.

Es extraño porque el problema lo tuvimos en que en los billetes trataron nuestro apellido como Middle Name y no como Surname, pero este problema sólo apareció en algunos de los billetes que compramos, no en todos. Hicimos la compra rellenando un solo formulario, comprando cuatro vuelos y solo tuvimos problemas en uno de ellos. Un enorme susto por algo que podemos deducir que no es culpa nuestra.

Gracias a la amabilidad y profundo conocimiento del funcionamiento de aduanas, aerolíneas y papeleos varios de Araceli pudimos coger nuestro vuelo a Frankfurt donde aterrizamos sobre las 9 de la mañana, nos tomamos un café e hicimos tiempo en el aeropuerto ya que nuestra escala duraba 5 horas y aunque la ciudad está a unos 15 minutos del aeropuerto, el madrugón que nos habíamos pegado no invitaba a nada.

Cruzamos el Océano Atlántico en un Airbus A380

Desde Frankfurt cogimos un impresionante Airbus A380 de United Airlines (aunque el vuelo lo operaba Lufthansa), el avión más grande del mundo. De esos con dos pisos. No llegamos a subir al segundo piso, pero sus dimensiones hicieron que pasear por él durante las casi 12h de vuelo fuera mucho menos claustrofóbico. Además, los sistemas de entretenimiento eran excepcionales, con un montón de películas y series disponibles (algunas de ellas aún en las carteleras de España, como Mad Max o Inside Out), todo gratis y disponible para cada usuario por separado. En vuelos más cortos son contenidos de pago, pero en estos transoceanícos está todo desbloqueado. Un lujo, vamos. Además, camino a San Francisco desde Frankfurt tuvimos como acompañante a una amable señora de los balcanes que volvía a su casa en los EEUU. Mira que intentamos aprendernos el nombre, pero chico ¡imposible!

Saliendo del aeropuerto de San Francisco y llegando al Hotel North Beach en Chinatown

Nada más recoger las maletas en el aeropuerto de San Francisco SFO nos acercamos a un puesto de información donde nos recomendaron tomar el BART (Bay Area Rapid Transport)algo así como el metro– hasta la zona de nuestro hotel. Aunque los precios no son muy dispares si varían de una a otra zona. Por la ubicación de nuestro hotel, la mejor estación en la que bajarnos era Montgomery -tardamos 30 minutos- y el billete sencillo nos costo 8.65$/persona.

Recién aterrizados en San Francisco

Si bien el factor amabilidad entre los autóctonos es de agradecer (en cuanto te ven con un mapa o maletas te preguntan si necesitas ayuda), su ‘sedentarismo‘ quizás les hace pecar. Como nuestro hotel estaba al final de la calle Kearny Street, la chica de información contó ‘Blocks’, vió que eran muchos y nos sugirió coger un taxi. Con la cantidad de horas que nos habíamos pasado en el vuelo, nos apetecía más caminar – incluso cargados de maletas-. Empezamos a pasar números, manzanas o ‘blocks’ como churros y en menos de 15 minutos ya estábamos en la puerta de Hotel North Beach. Un hotel que no invita al optimismo en Booking o Tripadvisor donde mucha gente habla de él como casi un hostal pero que está muy bien ubicado al final de Chinatow, el distrito financiero y el inicio del barrio italiano. Es más, enfrente del American Zoetrope. Un edificio que alberga un estudio de cine, fue adquirido por Francis Ford Coopola y recuerda al Flatton de Nueva York por su forma.

Del Hotel North Beach podemos decir rápidamente que es un hotel para dormir, no ofrece demasiadas comodidades en las habitaciones, son espacios pequeños con una cama, un lavabo (sin WC ni ducha), una cajonera, un armario y no demasiada privacidad. Dispone, eso si, de nevera, microondas y televisión además de un wifi que aunque se caía de vez en cuando era aceptable. Igual que la limpieza, tanto las habitaciones como los baños y duchas compartidos estaban bastante limpios. Nosotros fuimos a finales de agosto y aunque parecía que muchas habitaciones estuvieran ocupadas no se veía ajetreo como de temporada alta. El hotel no incluía desayunos y es que ni siquiera dispone de una zona de estar más allá de los sofas ya viejos del hall.

Conste que miramos y en principio queríamos alquilar un Airbnb pero los precios, para tener la casa/apartamento sola para nosotros, eran tan locos que cuando encontramos el Hotel North Beach y su genial ubicación lo tuvimos bastante claro. Mucha gente nos recomendaba coger un hotel o piso en Auckland o en zonas más alejadas de San Francisco pero la verdad es que no nos arrepentimos para nada de haber escogido este hotel ya que estar tan céntrico nos ayudó mucho, solo nos dio un dolor de cabeza: el aparcamiento.

Alquila un coche en San Francisco (aunque no todos los días)

En el momento de planificar el viaje, en muchos foros y blogs decían que alquilar un coche en Estados Unidos estaba tirado de precio. Y tenían razón. Nosotros aprovechamos una oferta de cross-selling al pillar el hotel en Booking y por menos de 200$ disfrutamos de coche durante una semana entera. Moverse por San Francisco en transporte público no es complicado, pero ir a algunas zonas puede serlo por ejemplo a Muir Woods o a visitar las sedes de las tecnológicas en Silicon Valley. Alquilar el coche fue realmente fácil mediante Booking y con la reserva ya hecha en la que indicamos que recogeríamos nuestro coche en la oficina de alquiler de Alamo más cercana a nuestro hotel, allí que nos fuimos. Una media hora de espera después, un par de papeles firmados y unas fotocopias a nuestros carnets de conducir teníamos nuestro coche disponible.

Menos mal que no quedaban coches como el que habíamos reservado y el operador nos ofreció uno un poco más potente, híbrido y menos mal– automático. Nosotros habíamos reservado un baratísimo Chevrolete Spark y nos dieron un impresionante Chevrolet Volt (en España se vende como Opel Ampera y ha pasado a ser uno de los coches que tendremos en cuenta cuando vayamos a comprar uno, todo un lujo híbrido y tecnológico). Si vas a alquilar un coche en San Francisco es imprescindible que sea automático, nosotros no lo tuvimos en cuenta pero una vez nos vimos subiendo aquellas cuestas no sabéis cuanto lo agradecimos. Imagina quedarte parado en una cuesta con una inclinación del 30% y luego salir hacia arriba con el juego de pies embrague-accelerador. Imposible.

kearny-street

Así de empinado era un tramo de la calle de nuestro hotel

Eso si, en San Francisco es complicadísimo encontrar aparcamiento, además de que toda la ciudad está dominada por los parquímetros, pero toda, no te creas ni por un segundo que estamos exagerando. Toda la ciudad es un enorme parking de pago. Y ojo, que en los parquímetros debes echar monedas cada 2-3h, no puedes irte muy lejos si estás haciendo turismo, para ello hay parkings públicos.

Pescaito y souvenirs en el Pier 39

Cuando tuvimos arreglado el tema hotel y el coche, nos fuimos a una de las cosas que queríamos ver, quedaba cerca y de paso nos ayudaría a plantarle cara al jet-lag. El Pier 39 era uno de los imprescindibles en nuestra lista. A decir verdad, no es más que una suerte de centro comercial construido en un muelle de la Bahía donde además descansan los leones marinos de San Francisco. O como Carballo los denominó ‘¡focas! ¡oigo focas!‘.

Como os podéis imaginar hay millones de tiendas de souvenirs, heladerías, restaurantes con muchísimo pescado o fritanga, tiendas para turistas y alguna extravagancia como un tiovivo situado prácticamente al final del muelle. Aprovechamos a cenar unos Fish and Chips rápido porque estaban casi cerrando en un local que nos pareció bueno, bonito y barato. Había otros sitios con más pinta de restaurante pero nos apetecía algo no demasiado pesado así que nos pedimos una ración para los dos y solucionada la cena (Nota mental: hazte lo antes posible a su horario de comidas. Lo agradecerás, porque a las 22h ya no hay nada abierto para cenar).

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Creo que merece la pena ir al Pier 39 por la noche, no sólo de día. Por la mañana hacen espectáculos de magia cerca del tiovivo, de noche la iluminación, la brisa y la madera te recuerda a cualquier peli americana que hayas visto. Es como si fueras el prota de una noche mágica o la quinceañera en su primera cita con el quarterback del equipo de fútbol. Todos hemos visto esos muelles convertidos en zonas de ocio, pues el Pier 39 es exactamente eso y exhibe su magia perfectamente orgulloso. Por la noche disfrutas de las luces y la brisa (fría, llevaos un suéter que hasta Carballo habló del frío) y por el día puedes ver los leones marinos y a lo lejos en el centro de la bahía de San Francisco, Alcatraz.

Después de esto dimos un pequeño paseo entre los muelles y nos volvimos hacia el hotel. Habíamos conseguido vencer al jet-lag tras más de 24h despiertos.