A pesar de entrar en el tercer día de viaje lo de levantarse pronto ya era una costumbre. Además, tras el aterrizaje y reconocimiento de los dos primeros días, en este tocaba un plato fuerte de nuestra estancia en San Francisco: la prisión de Alcatraz. Luego nos movimos hasta el Pier 45 donde vimos el submarino US Pampanito además de otras maquinas de la armada de Estados Unidos, el Musée Mecanique y nos paseamos por Fisherman’s Wharf para acabar la tarde con otro plato fuerte: Lombard Street.
Visitar Alcatraz, la prisión más famosa del mundo

Carballo siempre viaja con un Velociraptor…
Para poder ir a Alcatraz es muy importante decidirlo con mucha antelación, al menos un par de meses antes de poner un pié en San Francisco ya que es una isla en medio de la entrada de la bahía visitada por 1’3 millones de personas al año. Para ir hay que coger un ferry en el Pier 33 que con un pequeño viaje de unos 15 minutos nos dejará en el embarcadero de la prisión. Nosotros fuimos en el ferry de las 10:30 y nos costó 30$ por persona, transporte (ida y vuelta) y entrada a la prisión incluida comprando por Internet en Alcatraz Cruises (por cierto, hay varias ofertas que incluyen visitas de noche). El tema del ferry está muy bien solucionado, las colas se diferencian según hora (ojo con llegar tarde porque el embarque es rapidísimo) y es muy fácil saber si te toca: Si pone la hora de tu ferry en el cartel de la cola, te puedes quedar de pie con los demás. Si no, aún no es tu turno. En el Pier 33 hay cafeterías, algunas tiendas de comida, una maqueta de la isla y algunas cosas con las que te puedes hacer fotos por lo que al menos se está entretenido.
Es importante saber una cosa: la visita a Alcatraz se hace muy corta, nosotros fuimos a las 10:30 y a eso de las 15h nos dimos cuenta de que se nos había pasado la mañana volando sin darnos cuenta. Y es que llegar a la prisión en la que han estado presos como Al Capone es una sensación muy extraña. Una vez allí se puede pasear libremente por gran parte de la isla pero lo más recomendable es coger unos cascos de la visita guiada y recorrer el interior de la prisión con ellos. Hay WiFi gratis en toda la isla, así que además puedes ir publicándolo y dando envidia en redes sociales, como hicimos nosotros.

Carballo, castigado en la celda oscura!
No sé si tu, querido lector/a, has estado alguna vez en prisión pero nosotros no así que casi cualquier detalle era una sorpresa y ver en directo el estado de las instalaciones mientras te explican su funcionamiento es estremecedor. Hay trípticos informativos en varios idiomas, incluido el castellano, además de que un guía hace un resumen de dónde estamos y todas las actividades nada más llegar recomendando empezar por la visita guiada. La visita guiada, en forma de audio guía, es contada en primera persona por actores que simulan ocupar cargos en la prisión: presos, guardias, funcionarios… Hay distintas zonas y cada uno toma la palabra donde le corresponde para contar anécdotas o el funcionamiento interno del complejo. Pasear por las galerías de celdas, las zonas de comida o las celdas de castigo resulta en muchos momentos demasiado atormentante. Además, centran gran parte de la narración en el plan de fuga ejecutado el 12 de junio de 1962 por Frank Morris, John Anglin y Clarence Anglin y que ya os avanzamos que salir de la prisión salieron, pero de la isla no pudieron salir vivos. Nunca se les encontró, pero la temperatura del agua en pleno agosto no invitaba a nada.
En la visita puedes salir al patio de la prisión y visitar muchas dependencias impresionantes. Además, en muchos casos la audio guía pone sonidos reales de la zona en la que estemos. Si, yo me giré alguna vez pensando que detrás de mi se estaba montando una pelea o algo así. Sin lugar a dudas, Alcatraz es una visita imprescindible. Eso si, hay que llevar dos cosas: Comida y ropa de abrigo. Por muy buen día que haga, el viento y agua de la bahía de San Francisco convierten el islote en una nevera y la comida es simple: no hay restaurantes ni nada similar allí.

Lo que veían los presos por las ventanas
Pier 45, US Pampanito & SS Jeremiah O’Brien y Musée Mécanique
Cuando vimos que llevábamos medio día en Alcatraz y estábamos poco menos que congelados decidimos coger el ferry de vuelta. Para ir sí hay horarios pero para volver puedes coger cualquier ferry que salga. Volvimos al puerto y caminamos del Pier 33 al Pier 45, lo que vienen siendo unos 20 minutos a buen ritmo. Allí tenían amarrado el buque SS Jeremiah O’Brien y el submarino US Pampanito, dos piezas de coleccionista de la armada que se pueden visitar por unos 15$ cada uno. Nosotros no los visitamos pero seguro que son interesantes.
Así que los vimos por fuera, hicimos alguna foto (incluyendo las tonterías de rigor) y nos fuimos a uno de esos pequeños descubrimientos que se agradecen muchísimo: Musée Mécanique. Un salón de juegos vintage con decenas de máquinas recreativas de todas las épocas que además, funcionan. Pones 25 centavos en la que quieras y a disfrutar. Allí había las clásicas máquinas con monigotes de madera que representan una escena, cantan una ópera o bailan, son divertidas pero lo son más cuando las parodian en Los Simpson. Donde sí nos divertimos fue jugando al Pac-Man en una de sus máquinas originales, echando algunas monedas en un agujero negro que te deja ojiplático y yo (Carballo) no dudé ni un segundo en hacer unas partidas al Silent Scope, una de las máquinas recreativas a las que estuve realmente enganchado de niño ¡va de ser francotirador!¡Con escopeta con su mirilla y todo! Había máquinas de todo tipo, pero olvidaos si queréis ver lo último de lo último o pensáis que es algo parecido a un salon de máquinas recreativas japonés ultramoderno. Allí no hay máquinas con menos de 15 años a sus espaldas, y lo normal es que tengan más bien 30 o 40 años.
Un paseo rápido por Fisherman’s Wharf
Como el Pier 45 está al lado de la zona de Fisherman Wharf esta fue la siguiente parada en nuestro recorrido. Allí que nos fuimos a ver el porqué de su fama ya que era un punto importante en cualquier guía. Conclusión: es una zona comercial como cualquier otra. Hay decenas de establecimientos de souvenirs y para comer pero no esperes nada especialmente cultural o sorprendente a excepción de Boudin Bakery. Una fábrica de pan que aguantó en pie el terremoto de 1906. Sí, es una fábrica de pan en pleno puerto con 160 años de historia, pero esa historia la contaremos otro día ya que en este no la visitamos. Comprados algunos souvenirs, vistos algunos artistas callejeros (había un hombre orquesta muy guay) y sin nada más que hacer por allí en nuestra lista nos dirigimos a Lombard Street viendo parques y callejeando un poco.
Subir a Lombard Street a pie
¿Alguna vez has estado completamente de pie y has podido tocar el suelo? Nosotros si, en San Francisco las cuestas son una auténtica locura y desde Fisherman Wharf hasta la parte alta de Lombard Street hay momentos en los que literalmente, valía la pena subir a cuatro patas que intentando mantener la horizontalidad. Una vez arriba, Lombard Street es una calle turística 100%, suelen haber policías organizando el tráfico y decenas de turistas haciendo fotos, en esta ocasión bajamos la calle a pie por las escaleras hay en los lados mientras veíamos a decenas de coches zig-zagear.
Esa calle es una locura, su trazado es simplemente una broma y sus vecinos deben ser gente con un buen sueldo porque todas las casas son impresionantes, aunque nos apiadamos de algunos giros imposibles que necesitan hacer para entrar el coche al garaje. En serio, no tienen ningún sentido.

Carballo recto en una cuesta imposible
El premio de una Tony’s Pizza Napoletana en Washington Square Park
Ir a Estados Unidos y no darte a las pizzas y hamburguesas es no haber tomado contacto con la esencia estadounidense. Es más, los atracones de fast food los tienes más que justificados con los días de pateo ‘nivel no puedo con mi alma‘. Al final del día mereces una recompensa y nosotros nos la dimos en buena compañía probando el Tony’s Pizza Napoletana. Un sitio en el que quedamos con Miguel Arraiz (@Xufina) y David Moreno que, tras la falla Ekklesía estaban de camino al Burning Man (un festival que ojalá algún día tenga su capítulo en #MomentoCarPi). El Tony’s lo encontraréis en Stockton con Union Street, justo enfrente de Washington Square Park. Una zona francamente chula, más por la noche porque hay ambientillo, y muchos sitios en los que tomar una copa con amigos. Importante: reservar una mesa, podéis encontraros con que no hay sitio del éxito que tiene. Nosotros tuvimos que esperar unos 45 minutos hasta conseguir mesa, lo cual mereció la pena. Con el hambre que teníamos y lo extensa que es la carta nos dejamos guiar por las recomendaciones del camarero, lo cual fue un acierto. Nos hizo un par de preguntas y supo entender nuestros gustos para dar con las pizzas adecuadas. Sólo cogimos dos para cuatro personas –New Yorker, la más famosa y típica, y Prosciutto e Pomodorini– y, créeme, más que suficiente porque allí el tamaño se les va de las manos.
Si no hay sitio cuando vayáis, para hacer más llevadera la espera, nosotros nos tomamos una cerveza en un mejicano que había al lado, el Tacolicious. Te ponen un bol de nachos con salsa para acompañar la bebida que es un vicio, pica pero no puedes dejar de comerlos.