Algo típico en Estados Unidos es pillar un tanque de café a primera hora de la mañana e ir tomándolo en el coche de camino al trabajo o donde vayas. Eso mismo hicimos el día que emprendíamos excursión al Parque Nacional de Muir Woods porque queríamos llegar los primeros. Eso sí es imposible no hacer una parada técnica en el Mirador del Golden Gate para ver cómo despierta San Francisco con una bruma baja y un sol que pide paso. Ojo porque a ambos lados del puente hay mirador y otros puntos que más adelante os contaremos para tomar la mejor instantánea de San Francisco. Nosotros paramos al cruzar el puente porque nos parecío que sería el sitio con menor afluencia de turistas a esa hora y acertamos. Ahora, parar justo en el atardecer debe ser tan impresionante.
Muir Woods, donde las secuoyas alcanzan los 100 metros
Cuando estuvimos recabando información sobre sitios que visitar en nuestro viaje Muir Woods apareció en un par de conversaciones y algunas guías turísticas, es un bosque regalado por William Kent al estado y declarado Parque Nacional por Roosvelt en 1908 situado a unos 12km al norte de San Francisco al que hay que llegar en coche o bus y donde encontramos unos centenares de hectáreas de uno de los bosques más primarios que se pueden encontrar en el mundo, se calcula que la mayoría de secuoyas que viven en él tienen de 400 a 1800 años. Una locura vamos. Para llegar allí hay que recorrer un puerto de montaña bastante serpenteante y menos mal que fuimos temprano porque sólo un par de horas después de llegar nosotros ya no quedaba aparcamiento.
Nada más llegar a Muir Woods veremos la zona de recepción donde hay que comprar una entrada de 7$ para mayores de 15 años. Los pagamos bien a gusto y una vez dentro, al inicio del parque encontramos una cafetería, tienda de regalos y demás servicios turísticos de rigor. En la misma entrada es donde empiezan los tours turísticos gratuitos. Desde antes de llegar la puerta te vas poniendo en situación ya que ningún árbol es menor de 20 o 30 metros pero cuando entras dentro de Muir Woods es como entrar a Jurassic Park, en algunas zonas la sensación es de estar en una catedral viva. Maleza, helechos, musgo y el arroyo de Muir lo ocupa todo y tu te sientes realmente pequeño allí.
La zona turística de Muir Woods sigue el recorrido del arroyo que le da nombre quedando en el fondo de un valle donde los ávidos estadounidenses han urbanizado de una forma muy respetuosa todo el entorno para que se pueda pasear sin ningún problema, allí había desde los clásicos americanos anti-caminar (con su moto eléctrica) o niños pequeños hasta deportistas. De hecho, en la mayoría de zonas es obligatorio pasear sobre los entarimados ya que no hay que olvidar que estamos en un parque nacional donde incluso llevarse una piedra a casa es considerado un delito federal. Aunque la zona turística es realmente impresionante, por todo el parque existen caminos y senderos que podemos consultar en el mapa de Muir Woods, algunos de los caminos más populares son el Camino Principal, Camino Dispea y la Ruta de Ocean View que están perfectamente indicados con señales en las que te informan incluso del tiempo necesario para completar el recorrido. Nosotros recorrimos el principal, alguna zona del Ocean View y nos fuimos hasta el Alice Eastwood Camp, una pequeña zona de acampada donde almorzamos tranquilamente viendo el paisaje. Uno de los momentos más increíbles fue cuando vimos a unos ciervos justo al lado del camino. Simplemente increíble.
El paseo hemos de confirmar que es impresionante y si madrugas y consigues llegar antes que la oleada de turistas, pasear por un bosque como Muir Woods sin escuchar a otras personas es una experiencia difícil de olvidar. Así que estuvimos paseando entre árboles centenarios, asombrándonos con las secuoyas que alcanzan los 100 metros de altura y fotografiando mil detalles durante varias horas. El tiempo se nos pasó volando viendo aquellas maravillas de la naturaleza. Además, tuvimos la suerte de ir a Muir Woods precisamente en el día en el que la visita guiada gratuita se realizaba en castellano.
- La guía del tour era muy amable
- La resina de secuoya
- Taller de tocar hojas
Unos minutos antes de la hora indicada en el punto de inicio de los tours estábamos allí. Nuestra guía en Muir Woods iba a ser Aracely, que estaba llamando a los turistas y ofreciendo el tour con su uniforme típico de guardia forestal americano ¿recordáis al guardia del Oso Yogui? Pues exactamente así, con el gorro y todo. No eramos mucha gente, de hecho, se fueron sumando varios grupos más cuando escuchaban que hablábamos castellano. El tour es básicamente un recorrido de algo más de 1h por el Camino Principal en el que te van explicando muchos detalles, si bien, en muchas zonas hay carteles explicativos y la verdad es que el tour no amplía mucho más lo que allí se dice, por lo que si te los vas leyendo casi puedes ahorrarte el tour. Aunque nosotros nos leímos algunos, el tour no fue para nada un tiempo perdido, durante el recorrido nos contaron un montón de curiosidades e incluso pequeños experimentos que lo hacen muy ameno (que si tocad las hojas, fijaos en la situación de los árboles, a ver si alguien adivina porqué no hay mosquitos…). Nos lo pasamos muy bien viendo nuevamente medio Muir Woods, pero es que es un sitio al que ir sí o sí. Lo descubrimos de casualidad y al terminar el viaje ha sido uno de los TOP de nuestra estancia en USA 2015.

Los árboles eran realmente altos
Muir Beach, hay que ver el Océano Pacífico una vez en la vida
¿Como vamos a estar al lado del Océano Pacífico y no ir a mojarnos los pies? Efectivamente, nada más salir de Muir Woods nos fuimos a la playa de Muir Beach, comparten nombre porque es el mismo arroyo el que recorre toda la zona. Arroyo que, por cierto, se llena de salmones en la época de deshueve, nos contaron en el tour que es un proceso realmente increíble ya que el arroyo no tiene salida al mar la mayor parte del año pero si llueve lo suficiente el agua que baja de las montañas consigue “romper” las dunas y abrirse al mar, momento aprovechado por los salmones para subir hasta su lugar de nacimiento y perpetuar la especie.
Muir Beach es la típica playa relativamente pequeña en longitud pero muy ancha en la que existen grande zonas sin urbanizar por lo que llegas a la arena pasando por unos humedales. Ojo, está todo preparado para el turismo con sus parkings, baños, duchas y demás servicios, pero no hay un paseo como los típicos del levante español y tampoco chiringuitos. Eso si, como todo el alrededor del parque de Muir Woods está lleno de chalets, la playa estaba llena (que no abarrotada) de gente. Aprovechamos para pasear un rato por la zona, Carballo metió los pies en el Océano Pacífico, intentó ver Japón al otro lado del mar y nos fuimos a la siguiente parada del día. Por cierto, el agua estaba más bien fría.
Sausalito, el pueblo turístico-bohemio al norte de San Francisco
Ya que vas y cruzas el Golden Gate es costumbre hacer excursión a Sausalito y Tiburón. Nosotros sólo llegamos al primero porque tuvimos más paradas a lo largo del día y nos olvidamos que el día se compone de sólo 24h.
Sausalito es un pequeño pueblo pesquero, justo enfrente de San Francisco, pero no tan humilde como nos imaginábamos. Nos contaban que es el sitio escogido por muchos famosos/celebridades para alejarse del bullicio de la ciudad, en su momento fue un lugar más o menos bohemio hasta que al parecer los artistas consiguieron dinero para gastar y la cosa se les fue de las manos. Para llegar hay ferry, excursiones en bici – desde Fisherman’s Wharf – o en coche, como hicimos nosotros.
Quizás lo más reseñable de Sausalito sean las míticas casas flotantes pero a nosotros nos gustó más pasear por el muelle, sentarte a disfrutar del sol y las vistas de la Bahía, mientras disfrutamos de la mejor hamburguesa de Sausalito. Una pequeña hamburguesería muy humilde -tanto como su nombre Hamburguesería Sausalito-, en una de las principales calles turísticas Bridgeway, rodeada de tiendas de lujo. Ingredientes frescos, una parrilla redonda donde te hacen la carne y el pan. Es tan simple su oferta que sobre la base de una hamburguesa sencilla de carne y pan puedes elegir entre varios ingredientes. El local está pensado para que pidas y te lo lleves porque no tiene mucho espacio. ¡Ah! Y no olvides unas patatas fritas porque están de muerte.

Un stop en Sausalito para zamparse una hamburguesa y tuitearlo todo
Nuestra estancia en Sausalito fue más bien una parada técnica para comer algo pero aprovechamos para pasear por el puerto y ver un evento de música en directo que estaban organizando. Es curioso porque conciertos al aire libre hemos estado en decenas, pero los estadounidenses tienen su forma de hacer las cosas y aquello era exactamente como sale en las películas y totalmente distinto a cualquier concierto al aire libre en España.
Después de Sausalito, justo antes de cruzar el Golden Gate otra vez, subimos al mirador de Hawk Hill, tal vez el mejor sitio para ver el famoso puente con toda su majestuosidad. A la hora que fuimos nosotros hacía muchísimo frío pero pudimos ver en primera persona la entrada de la niebla en la bahía. Una parada muy recomendable, aunque sin un equipo fotográfico de calidad, con 10 minutos será suficiente.
Cenando Birmano en casa de unos amigos
Volvimos de Sausalito a media tarde rebentados, el paseo por Muir Woods sin ser exigente consiguió derrotarnos y llevar cuatro días sin parar empezaba a pasarnos factura, pero habíamos quedado con Jordi y Rebecca, un amigo de toda la vida y su novia que vive en San Francisco (de hecho, gracias a que Jordi trabaja en Google pudimos visitar el Googleplex). Estuvimos en el hotel haciendo el vago un rato y un poco antes de cenar cogimos el coche y fuimos hacia casa de Jordi. Allí habían pedido cena de un restaurante Birmano. Sí, San Francisco es una ciudad tan multicultural que existe la comida birmana a domicilio y la verdad es que estaba muy bueno. Eso si, cuando algo pica para los birmanos, los que no estamos acostumbrados a su comida podemos considerar que aliñan las cosas con lava. ¡Qué picor por favor! Suerte que los platos se combinaban muy bien y los picantes eran contrarrestados con los no picantes. Hacía años que no veía a Jordi así que nos estuvimos poniendo al día, preguntándole mil cosas sobre su trabajo y el estilo de vida de San Francisco hasta que se nos hicieron las mil. Así que aprovechamos para tomar ideas de la decoración de su casa (se nota cuando entras a casa de un diseñador) y volvimos a nuestro hotel para dar por finalizado el día.
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